The rise and fall of the creative under-class. O cómo empezar a llamar a las cosas por su nombre

“Los trabajadores culturales y cognitivos están acostumbrados a verse a sí mismos como una vanguardia y seguramente nos llevará toda una generación de proletarización y una nueva gran recesión persuadirles de que la organización colectiva (laboral y profesional) es de su interés en el largo plazo.” Quien habla así es el investigador y activista Andrew Ross que lleva casi una década analizando las condiciones de trabajo en la nueva economía creativa.


Edición revisada de “Funky Business”. Ahora con la coletilla “Forever. How to enjoy capitalism”. Toma candela.

Caigo sobre Ross ahora y es como un milagro porque pone negro sobre blanco las desconfianzas que me inspira esta retórica tan de moda sobre el traslado de la ética hacker al ámbito laboral. En las empresas ahora ya no quieren trabajadores como los de antes, obedientes y grises, de esos que dicen “yo trabajo por dinero, mi vida de verdad está fuera de la oficina”. El modelo antagónico a eso es el del hacker: una persona que adora lo que hace, no tiene horarios, es autodidacta e imaginativo y aprecia más la libertad y la independencia que la pasta. Y hoy las empresas lo dicen claro y alto: queremos trabajadores con espíritu hacker.

En este proceso ha sido clave la cultura de vida a lo Silicon Valley (una ojeada por cualquier artículo de Wired te puede dar una idea de lo que significa) y mucha literatura sobre nuevo management. En mis manos cayeron dos libros, ya hace años, que me empezaron a mosquear: “Funky Business. O cómo el talento mueve el capital” y “La ética hacker y el espíritu de la era de la información”, libro de cabecera para toda una generación de activistas digitales, y a la vez una biblia de los nuevos recursos humanos de corte cool y neoliberal. En ambos cantan la mona sobre una de las principales virtudes del espíritu hacker -la pasión- olvidándo curiosamente otra de ellas: la precariedad. El trabajador hacker es también el que no cobra, o cobra poco o cobra tarde, no tiene derechos laborales (ni los quiere porque está contra el sistema) ni protección, ni seguridad. Lo miremos por donde lo miremos el trabajador hacker es un chollo.

A lo que voy es que el modelo del trabajador hacker viene calcadito del sector de la cultura. Y os dejo con Andrew Ross que lo cuenta muy bonito, entrevistado por Geert Lovink para MyCreativity Reader. A Critique of Creative Industries“:

“En mi ensayo No-Collar: The Human Workplace traté de describir y diagnosticar estas condiciones de auto-explotación de los trabajadores cognitivos. Hoy todos los empleadores de la industria del conocimiento reconocen los beneficios de este tipo de trabajador ideal, que percibe el riesgo como un reto y un estímulo, que está acostumbrado a largas jornadas de trabajo a cambio de gratificación y que está dispuesto a entregar su tiempo libre y sus pensamientos a cambio de mobilidad y autonomía. La gente del arte siempre ha vivido con esa mentalidad y saben un par de cosas sobre la inseguridad que conlleva.

Ahora todo gira en torno a los trabajadores culturales, antes considerados completamente al margen de las fuerzas productivas y ahora cada vez más centrales como fuente potencial de valor económico. Durante décadas, las teorías culturales han ignorado las condiciones reales de trabajo de los agentes culturales. Hace años, hubiese sido un acto notable de previsión social imaginar que un día los artistas, los escritores y los diseñadores acabarían siendo vistos desde las instancias de gobierno como modelos de emprendedores para la nueva economía. Y sin embargo aquí estamos.

En la década de los 90 trabajé como investigador académico con asociaciones sindicales en Estados Unidos, sobre todo con sindicatos del sector industrial y de servicios. Fue loable pero a menudo signifió olvidar las cuestiones laborales de nuestro propio trabajo. En aquella época era difícil encontrar una audiencia que entendiera esa falta de reconocimiento y que teníamos que alertar a los movimientos laborales de los peligros de las emergentes industrias culturales, creativas y del conocimiento.

Poco tiempo después, los managers e ideólogos de la nueva economía fueron dando forma a la percepción general sobre cómo se produce la riqueza en el nuevo contexto económico, y los movimientos laborales se quedaron atrás, mordiendo el polvo. Los trabajadores del sector tecnológico ayudaron a dar glamour a la semana laboral de 24 horas y 7 días; el diseño, el arte y la arquitectura fueron celebrados como mecanismos para incrementar el valor de la propiedad inmobiliaria; la ética MyCreativity del amateur se convirtió en la base para un nuevo modelo de producción con precios reducidos que supo ver la oportunidad de explotar la cultura de la atención como mano de obra barata”

Este post responde fragmentadamente a años de leer Consultoría Artesana en Red, un blog que, a pesar de nuestras divergencias -o no: gracias a ellas- es una de mis mayores fuentes de inspiración.

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Estrategias editoriales de la guerra en Gaza. Asco, inteligencia, innovación.

Publico este post más meta sobre el tratamiento del tema en la prensa porque la tristeza me tiene paralizada.

El asco: Anti-Defamation League

Este es un anuncio de 5/6 de página publicado en el International Herald Tribune (la edición global del New York Times) del pasado 12 de enero. En una esquina en letra pequeña pone “Anuncio” y el texto dice así: “Y si Hamás estuviera en tu vecindario? (…) Imagina si los terroristas de Hamás estuvieran apuntándote a tí y a tu familia. Ningún país aceptaría semejante peligro en sus fronteras, e Israel tampoco. Por eso Israel está contra-atacando.” La imágen es un mapa de Londres, digamos para que los europeos nos hagamos idea de las distancias en Oriente Medio. El anuncio lo paga la Anti-Defamation League.

Me pone los pelos de punta la falta de escrúpulos de los medios de comunicación. ¿Se puede vender espacio publicitario para una declaración política como esta, en este momento, con este mensaje? Ya sabemos que los medios no son independientes, que en todos hay anuncios políticamente sesgados. Pero ¿como este, en este momento, con este mensaje?

La inteligencia: Roger Cohen

Ese mismo diario, aunque sea americano, contiene un editorial muy crítico con Israel, firmado por el columnista de orígen judío Roger Cohen. Cohen arremete contra el ataque a Gaza y sobre todo contra el equipo de analistas para Oriente Medio de la futura administración Obama. El cambio no se ve por ningún lado. Las nuevas negociaciones con el mundo árabe serán más de lo mismo: continuistas y dirigidas por gente sin ninguna relación con la cultura árabe o iraní. El autor ironiza:

Shibley Telhami, Vali Nasr, Fawaz Gerges, Fouad Moughrabi and James Zogby. This group of distinguished Arab-American and Iranian-American scholars, with wide regional experience, is intended to signal a U.S. willingness to think anew about the Middle East, with greater cultural sensitivity to both sides, and a keen eye on whether uncritical support for Israel has been helpful.
O.K., forget the above, I’ve let my imagination run away with me. Barack Obama has no plans for this line-up on the Israeli-Palestinian problem and Iran.
In fact, the people likely to play significant roles on the Middle East in the Obama administration read rather differently. They include Dennis Ross (the veteran Clinton administration Mideast peace envoy who may now extend his brief to Iran); Jim Steinberg (as deputy secretary of state); Dan Kurtzer (the former U.S. ambassador to Israel); Dan Shapiro (a longtime aide to Obama); and Martin Indyk (another former ambassador to Israel who is close to the incoming secretary of state, Hillary Clinton.)

La innovación: Al Jazeera (Sí señores, Al Jazeera)

Nadie tiene acceso al territorio. Todo lo que nos llegan son esas crónicas de bustos parlantes desde la frontera con el humo en el horizonte. La guerra desde la distancia. La excepción es Al Jazeera, que hace un uso de los nuevos medios que no tiene nada que envidiar a los representantes de la civilización. Al Jazeera online se ha currado este genial Tracking Gaza: un mash-up hecho con el Virtual Earth de Microsoft (¿por qué no Google Maps? ¿alguna razón estratégica?) con aportaciones de primera mano de los habitantes (via SMS, via Twitter) y posibilidad de navegar por categorías (número de muertos, ayuda internacional, ataques aereos, etc.).

Salam. Imsh Alà.

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Facebook Manual de Uso I. Facebook no es una red social

La blogosfera está muy irritada con Facebook, y no es para menos. Acostumbrados como estábamos a campar a nuestras anchas por el mar de la información, con nuestros amables editores que se dejan customizar hasta las amigdalas, los maravillosos lectores de feeds que te traen cada mañana toda la información que te interesa y sólo la que te interesa, esto de Facebook es un asco. Cambia tus aplicaciones sin avisarte, te añade otras que no has instalado, no te deja ordenar tu contenido, ni siquiera tiene un sistema de mail decente, por no hablar del chat. Y lo peor: permite que hordas de newcomers sin ninguna noción de net-etiquette echen por la borda años de trabajo militante por hacer de la red un espacio de socialización sostenible. Estoy de acuerdo, es una mierda.

Pero es que sobre Facebook se han creado muchas expectativas irreales. La primera y la más problemática es creer que es lo que dice ser: una red social. No es algo exclusivo de Facebook, es un malentendido que afecta a toda la web social, que de social no tiene nada más que el nombre. Las aplicaciones de nueva generación -o dos punto cero o cómo las queramos llamar- son sólo un nuevo modelo de negocio digital que utiliza la socialidad como recurso. Es diferente.

Facebook no es una plataforma de networking. Facilita el networking, pero ese no es su objetivo principal. Por eso no permite, por ejemplo, que los usuarios customicen las aplicaciones o que creen ellos las relaciones entre grupos o que reciban información automatica sobre los grupos que han creado (nuevos usuarios, nuevos comentarios en el wall, nuevos enlaces). Tampoco deja seleccionar de forma personal las informaciones que se reciben en los feeds (existe una pestaña para editar, con poquísimas posiblidades). Los grupos, las causas, las peticiones tampoco están relacionadas entre sí salvo de forma automática (o sea dirigida por el propio Facebook). Facebook tampoco permite las acciones colectivas. Tal y como está diseñada ahora la arquitectura de Facebook, es casi imposible organizar acciones como la que le obligó a eliminar Beacon por petición masiva de los usuarios. Hoy algo así sería muy difícil.

Facebook es entretenimento. El objetivo es que pases el mayor tiempo posible dentro de su web. De ahí los últimos cambios en los enlaces compartidos, que ya no remiten a la web original sino a una réplica de la web original dentro de la propia web de Facebook. A Facebook hay que ir a distraerse. Y hay que reconocerle su mérito: para los que pasamos el día delante de la pantalla, es perfecto. En un clik dejas el procesador de textos o el photoshop o la hoja de cálculo y te das una vuelta por los perfiles de tus amigos. Te ves un video, hojeas un post, chateas un rato. A veces tienes suerte y encuentras alguna información que te interesa o, si tienes mucha más suerte, consigues que algo que tú has enviado llegue a las personas que de verdad deben recibirlo. Y después vuelves a lo que estabas haciendo.

Creo que si empezamos a pensar en Facebook como entretenimiento de masas, la cosa cambia. No es que deje de tener importancia todo lo demás (que te roba tus contenidos, que vende tus datos, que es el mayor experimento de espionaje de la historia, que está infiltrado por la CIA que será verdad). La sociedad de la vigilancia es una realidad pero, no sólo Facebook: Google, Google Earth, Google Street View, las comunicaciones via satélite (o sea casi todas), la telefonía móvil y hasta los cajeros automáticos. Todas las conexiones telemáticas son tentáculos de la sociedad de la vigilancia. Sólo hay que usarlas sabiendo lo que son. Y sobre todo lo que no. Mientras, creo que saber cómo funcionan de primera mano es una prioridad activista, al menos en mi agenda activista personal (pero sé que predico en el desierto, aunque aún no me he desinstalado el IRC).

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Perdona ¿eres famoso?

“Excuse me, are you famous?” es una de esas exposiciones que huelen al sentir de los tiempos.

“Desde las vanguardias, somos conscientes de que el arte está rodeado es contextualización. Desde el final de los 90, se hizo evidente que el comisario ya no es simplemente alguien que organiza exposiciones y dispositivos museísticos sino que tambien tiene capacidad para manipular el gusto, influir en la carrera de los artistas y a veces se convierte en una estrella más grande que los artistas que expone. “Excuse me, are you famous?” revisita esta tendencia del arte contemporáneo y añade un tono lúdico a la discusión sobre el juego de poder entre comisario y artista.”

En “Excuse me, are you famous?” las posiciones de artista y comisario se diluyen. Por un lado, la sala expositiva es un espacio de artistas en la que es el comisario quien depende de los artistas y no al revés. Por otro, la temática de las piezas muestra el modo en que las selecciones influyen en la fama al comisario, dejando en un segundo plano la línea curatorial de la exposición. Todas las piezas son retratos de la comisaria de la exposición, Kathrin Becker.

Participan: Yuri Albert (Moscow/Cologne), Andrej Barov (Munich), Sergio Belinchón (Berlin), Manuel Bonik (Berlin) (t.b.c.), Ramesh Daha (Vienna), Barbara Davi (Luzern) (t.b.c.), D. David (Brussles/Berlin), Alyssa De Luccia (Berlin), Shahram Entekhabi (Berlin), Claudia Hart (New York), Anton Henning (Berlin), Leung Chi Wo (Hong Kong), Jin Lie (Berlin), Shirin Homann-Sadaat (Berlin) (t.b.c.), Vladislav Mamyshev-Monro (Moscow), Rémy Markowitsch (Berlin/Luzern) (t.b.c.), Alfred Müller (Pforzheim), Nils Nova (Luzern), Timur Novikov (…) (St. Petersburg), Pirate Television/PTV (St. Petersburg), Maya Roos (Berlin/Luzern) (t.b.c.), Anatolij Shuravlev (Moscow/Berlin) (t.b.c.), Joulia Strauss (Berlin), Andrea Sunder-Plassmann (Berlin), Christel Sverre (Oslo and Trondheim/N), Santiago Ydáñez (Berlin), Sula Zimmerberger (Vienna).

Invaliden1 Gallery, Berlin. Hasta el 21 de febrero de 2009.

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Una historia del vibrador


Renaissance instruments for submifigation. From Ambroise Paré, L’Opera ostetrico-ginecologica d’Ambroise Paré, ed. Vittorio Pedore (Bologna: Cappelli, 1966).

En mi cuaderno de notas he encontrado algo que no puedo dejar de compartir. Es el título de un libro que me recomendó Faith Wilding en uno de nuestros largos desayunos en Ljubljana (“de lectura obligada en mis clases”): “The Technology of Orgasm. Hysteria, the Vibrator and Women’s Sexual Satisfaction” escrito por Rachel P. Maines en 1999.

Desde el tiempo de Hipócrates hasta los años 20, masajear a las pacientes femeninas hasta el orgasmo era una práctica corriente entre los médicos occidentales para el tratamiento de la histeria, una enfermedad común y crónica entre las mujeres. Los médicos se resistían a esta práctica porque requería mucho tiempo y durante siglos la ejercían las comadronas. Más tarde, la sustituyeron por sistemas mecánicos incluyendo el vibrador eléctrico, inventado en la década de 1880. En “The Technology of Orgasm” Rachel Maines ofrece a los lectores una versión estimulante, sorprendente y a veces divertida de la histeria y sus tratamientos a lo largo del tiempo, incidiendo en el desarrollo, el uso y la pérdida de reputación del vibrador como práctica médica legítima.[Reseña en Google Books traducida por mí].


The ascending douche at Saratoga, about 1900. From Guy Hinsdale, Hydrotherapy (Philadelphia: W. B. Saunders, 1910).

El primer capítulo se puede leer aquí y las primeras 80 páginas en Google Books. Y aquí una crítica del libro por Gina Ogden de la que reproduzco algunos fragmentos:

It is this medical control of women’s sexuality that is the particular focus of Maines’s book. She outlines the history of hysteria (from the Latin word for womb) as a disease paradigm from the ancient world through Freud, and beyond. “Wombe Furie is a sort of madness, arising from a vehement and unbridled desire of Carnal Imbracement,” observes a seventeenth century medical text. Its sure-fire remedy was sexual intercourse. That failing (if, for instance, a woman’s husband was impotent or if a woman was a nun), removing the symptoms of “unbridled desire” became the special responsibility of her doctor. He (sic) was expected to bring her to orgasm using a manual technique dating from the 1500s, and probably far earlier. Thus evolved an extraordinary phenomenon between physicians and certain of their women patients—periodic therapeutic masturbation sessions. Today, this kind of relationship would be labeled sexual misconduct, and it would hopefully land the doctor in deep trouble.

If you think all of this is bizarre, the medicalization of sexual normality is with us in full vigor today. Spurred by the success of Viagra, the trend in medical circles is increasingly to regard sex as a disease—that is, any kind of sex that doesn’t measure up to the intercourse-followed-by-orgasm standard agreed to by the medical powers that be. It is no secret that this standard leaves out many women, for instance, women without partners, women with women partners, many post-menopausal women, and women who don’t enjoy penile penetration for whatever reasons. But by medical standards, all of these women are considered to be suffering from some sexual disorder or other. To offer an example of what feels like modern day hysteria, a new professional society has been formed under the auspices of B.U. Medical School. Its name is: Female Sexual Dysfunction Society (FSDS). I’m not joking. It makes one wonder exactly what you have to do to join up. Is there a hazing process? Can you get discounts with a family membership? Are you rudely dropped if you get functional? What happens if they find out you own a vibrator?


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Please feed the animals. Ozz de Natalie Jeremijenko

Ahora que Natalie Jeremijenko va a estar en el Medialab de Madrid recuerdo que nunca llegué a escribir sobre Ozz, el proyecto que presentó en el City of Women de Ljubljana el pasado mes de octubre. Jeremijenko es una ingeniera pasada a artista que diseña interfaces tecnológicos para interactuar con el entorno. En Ozz, reinventa el concepto victoriano del zoo y nuestra relación con los animales en los parques de las ciudades y lo hace, sobre todo, ayudada por niños, los humanos mejor capacitados para aprender otros lenguajes. A diferencia de los mayores, ellos aún son capaces de imitar el sonido de un pato y aprenderlo antes que una computadora. En el parque de Ljubljana sacó sus patos cyborg (con ruedas, cámaras, micros y altavoces incorporados) y su colección de silbatos (con una amplia gama de sonidos: hola amigo / fuera de mi territorio / quiero sexo ahora…) para entrar en contacto con los dos habitantes del lago.

El punto de partida de Ozz es sorprendente: con la transformación de las ciudades éstas se han convertido en lugares mucho más habitables que el medio natural. Tanto que algunos animales van a parar a los parques de las urbes más enormes del planeta buscando lo que fuera de ellas ya no pueden encontrar: alimento, plantas y espacios seguros para reproducirse y cuidar de sus crías. En plena era cyborg, bichitos y humanos habitamos los mismos espacios naturales, los pocos que nos quedan. Bonita paradoja.
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"Networking. The Net as Artwork" de Tatiana Bazzichelli.

Tatiana Bazzichelli (Roma 1974), es periodista, socióloga de la comunicación y experta en network culture, hacktivismo y netart. Es la coordinadora de AHA (Activism-Hacking-Artivism) y ha organizado, entre otros, HACK.Fem.EAST (Berlin, 2008) y Cum2Cut (Berlin, 2006-2008).

“Networking. The Net as Artwork” está editado por DARC, Digital Aesthetics Research Center (Aarhus University).
Edición en inglés descargable en PDF aquí.

Networking significa crear redes de relaciones donde el editor y el lector, el artista y la audiencia actuan en el mismo nivel. El libro es un primer intento de reconstrucción de la historia del networking artístico en Italia a través del análisis de poryectos de arte y media que durante los últimos veinte años han dado lugar a un uso creativo, compartido y consciente de las tecnologías, desde el vídeo a las computadoras, contribuyendo a la creación de las comunidades hackers italianas.

El network italiano propone una forma de información crítica, diseminada a través de proyectos colectivos e independientes donde la idea de libertad de expresión es central. En Italia, gracias al uso de Internet, se ha formado durante los útlimos veinte años una amplia red de personas que comparten puntos de vista políticos, culturales y artísticos.

El libro describe la evolución del hacktivismo italiano y la net-culture desde los 80 hasta hoy. Proporciona una reflexión del nuevo rol del artista y el autor convertidos en networkers, operando en redes colectivas, reconectando las prácticas de neovanguadia de los 60 (primer y posterior Fluxus) pero también el Mail Art, el Neoismo y Luther Blisset. Un camino que comenzó los BBBs, plataformas web alternativas que después se transformaron en Hackmeetings, Telestreets y networking art con artistas como 0100101110101101.ORG, [epidemiC], Jaromil, Giacomo Verde, Giovanotti Mondani Meccanici, Correnti Magnetiche, Candida TV, Tommaso Tozzi, Federico Bucalossi, Massimo Contrasto, Mariano Equizzi, Pigreca, Molleindustria, Guerriglia Marketing, Sexyshock, Phag Off y muchos otros.

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Werner Herzog: retrospectiva integral y dos libros, en el Pompidou

El centro de arte Georges Pompidou de Paris dedica una retrospectiva integral al “más metafísico de los autores cinematográficos” según Deleuze: el mítico realizador de cine y documentalista Werner Herzog.

«He rodado muchos documentales estos últimos años, por falta de financiación para mis ficciones. Pero en mi obra, la frontera entre los dos no es evidente. Mis documentales son deliberadamente estilizados y creativos, porque odio el cine-realidad, todas esas películas que pretenden plasmar la realidad con maneras de contable. La verdad que busco en el cine es de orden poético, extático.»

Además de proyectar todos sus films -en total 55- para la ocasión el Pompidou ha editado Manuel de Survie, una larga entrevista con Hervé Aubron y Emmanuel Burdeau, y re-editado Conquête de l’Inutile en el que el propio Herzog narra “con una escritura microscópica y casi indescifrable” el desastroso rodaje de la que se considera su obra maestra, Fitzcarraldo (con Klaus Kinski, 1982).

Para leer un artículo en inglés sobre el famosos rodaje, aquí. Y para más aroma Herzog, ver el pase diapositivas realizado por Mediapart (la nueva alianza de Le Monde y Les Inrockuptibles decidida a reinventar el negocio de la prensa online -y por supuesto, a hacerlo en francés).

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El rap global de Advanced Chemistry

McDeustch. Protocols on the Globalization of German, que recomiendo en la sidebar de este blog, es un libro peculiar. Recopila entrevistas a agentes culturales (artistas, traductores, gestores, activistas…) sobre su relación con la lengua alemana. Algunos son alemanes emigrados que han olvidado el alemán o conviven con muchos otros idiomas en su vida cotidiana. Otros son descendientes de inmigrantes nacidos en Alemania que no tienen una lengua materna definida, o cambian de una a otra en función de las circunstancias, del interlocutor o de su estado de ánimo. Todos tienen en común que no se sienten cómodos con una sola cultura, ni con una sola lengua, ni con una sola identidad. Sus testimonios dibujan un escenario complejo, lleno de matices e intercambios que va más allá de la forma en que nos comunicamos cada día.

Uno de los entrevistados es Kofi Yakpo aka Linguist, fundador del legendario grupo de rap alemán Advanced Chemistry. También es escritor y director del bureau africano de la organización de derechos humanos FIAN.


Advanced Chemistry – Fremd im eigenen Land 12″ (1992)

“La realidad de mi vida -como la de muchas personas con un pasado migratorio- es demasiado compleja para encerrarme en una sola categoría identitaria. Cuando quiero tomar una postura política en Alemania soy afro-alemán. Cuando estoy fuera, me presento a los europeos blancos simplemente como alemán. A los afro-europeos les cuento mi historia a cambio de la suya. En Africa, fuera de Ghana, soy ghanés. En Ghana a veces soy ghanés y a veces alemano-ghanés. En Togo, soy togolés. En el Caribe o el Pacífico, cuando hablo sobre el futuro de Africa con otros pan-africanistas, soy africano.”

“Nuestro single de debut Fremd im eingenen Land (Extranjero en mi propia tierra) de 1992 no fue sólo un hito en el desarrollo del rap alemán respecto a la técnica del rapeo. Igual de significativo fue el hecho de que la mezcla de comentarios políticos descarados y la narrativa personal furiosa rompió el Omertàm, la ley del silencio sobre el racismo en este país. En el videoclip de Fremd im eingenen Land también ponemos fin al modo en que la juventud inmigrante era retratada en los mass media. Por primera vez los adolescentes migrantes eran mayoría, actuando con confianza en sí mismos, con un aspecto genial y mucha energía. Abrimos una pequeña ventana en el futuro de Alemania y de Europa”.

Ich habe einen grünen Pass… mit einem goldenen Adler drauf...”
(I’ve got a green passport… with a golden eagle on it… / Tengo un pasaporte verde … con un águila dorada en él...)

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El culebrón de Facebook

Cuenta la leyenda* que la idea original de Facebook no es de Mark Zuckerberg sino de tres de sus compañeros de Harvard que ahora lo están llevando a los tribunales. Los usurpados -Divya Narendra y los gemelos Tyler y Cameron Winklevoss- dicen haber contratado a Zuckerberg para escribir el código de una comunidad online para los estudiantes de Harvard, The Harvard Connection (después ConnectU), en noviembre de 2003. Después de darles largas durante meses y unos pocos días antes de anunciarles que finalmente no podrían contar con él para el proyecto, Zuckerberg registra The Facebook.com. Era el 11 de enero de 2004. El 4 de febrero Facebook es lanzado oficialmente y despega de manera casi inmediata. El resto es historia, como dicen, de la red social más popular del mundo.

Los gemelos Winklevoss

Antes de Facebook Zuckerberg había creado una versión preliminar, Facemash, un hacking de la base de datos de Harvard que permitía a los estudiantes votar a los compañeros más hot de la universidad. En la primera noche, se inscribieron 450 usuarios y the Facemash registró 22.000 páginas vistas. A Zuckerberg le costó una audiencia ante la administración del campus por violación de la privacidad y descarga de material no autorizado. Al parecer, el muy descarado lo celebró con champán: su fama y su futuro imperial habían comenzado.

* La fuente de este post es un artículo firmado por Claire Hoffman en la edición italiana de The Rolling Stones de enero de 2009. He podido contrastar algunos datos, otros no. Sobre su veracidad me remito al gran jefe indio Sergio Messina: “Escribir sobra la red y sus historias de éxito es como intentar contar la epopeya de los descubrimientos geográficos del siglo XV: es difícil tener noticia de primera mano, realidad y mito se mezclan inextricablemente y cada cuál cuenta su propia versión.” Añado pues la mía al ya estruendoso ruido massmediático.

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