“Ese aire aristocrático…misterioso y familiar…una religiosa que come un helado, una santa en patines, una reina en exilio, una fundadora de una orden religiosa, un juez de un tribunal metafísico que de pronto te guiña un ojo”.
Federico Fellini en “Pina Bausch vous appelle” de Leonetta Bentivoglio y Francesco Carbone.
Pina Bausch ha sido la coreógrafa filósofa que escribía ensayos con los cuerpos de sus bailarines y elegía a los mejores para ponerlos a pasear mirando al suelo entre flores de plástico o a dar brincos torpes como si fueran niños idiotas. Ha recibido críticas malísimas, insultos, amenazas porque nunca dejaba a nadie indiferente. Con ella o estás a favor -y entonces eres incondicional, como Fellini y Almodovar- o estás en contra – y entonces lo tienes fatal porque sus piezas no te las sacas facilmente de la cabeza.
Yo conocí su obra en Paris, cuando no tenía ni mucho dinero ni muchos amigos pero trabajaba en una oficina en la que todas la semanas nos llegaban invitaciones que nadie usaba. Teatro clásico que veía en las logias de arriba con el cuello torcido; teatro independiente y vanidoso que echaban en salas de la Banlieu, obras de 4 y 5 horas de duración o que te dejaban fuera bajo la lluvia como parte de la experiencia; danza contemporánea que era lo más difícil de entender, con toda esa gente pegándose golpes contra el suelo; conciertos de música rara en los que se oía el ruido de las tripas del que estaba en la fila número 10 y de música barroca con señoras muy elegantes y sus maridos que se dormían siempre; y mil exposiciones, buenas o malas, me daba igual. Todo eso, más los empachos de lectura que me pegaba en casa -por lo mismo: porque no tenía un duro y sólo un par de números de teléfono en el móvil- fue el camino de pulgarcito de mi formación artística DIY, compulsiva y un poco desesperada porque tenía tantas ganas de hacer muchas cosas y no sabía por dónde empezar.
Pina Bausch es parte de esa parte de mi vida, que hoy me ha regresado del fondo de la memoria pero que también se me ha ido un poco más lejos. La recuerdo saliendo a recoger el ramo de flores al final de la función en el Théatre de la Ville de Paris, tan delgada que parecía un fantasma. Y pienso que qué injusto que no pueda salir a la calle y decirselo a todo el mundo: “ha muerto Pina Bausch”, porque ya sé que casi nadie la conoce y a ella no le van a hacer grandes funerales, ni documentales en prime time ni reportajes especiales. Qué suerte que al menos tengo el blog y alguien que también la llore podrá encontrar este post y nos sentiremos menos solos.
Este video es un extracto de su pieza “Nelken” de 1982. La música es “The Man I Love” con voz de Sophie Tucker.
¡Qué suerte que pudieras verla!! Yo me quedé con las ganas cuando vino al Grec hace unos años, las entradas volaron en horas…. Siempre me quedará “Hable con ella” con aquella música maravillosa. En fin, algo es algo…
Hola María, soy Cris, de ZEMOS98. Yo también la lloro, de una manera mucho más distante que tú, porque no pude verla.
Yo sí he tenido la suerte de decir que Pina Bausch ha muerto y sentirme comprendida. Se lo he dicho a Rubén hace 5 minutos por teléfono y ha sido él quien me ha dicho que creía que tú habías escrito algo, por eso he acudido como un rayo a tu blog, que a decir verdad lo tenía algo abandonado.
Mi post es mucho más pobre, qué suerte que pudieras verla, yo al menos me consuelo pensando que vi este año a Merce Cunningham con Sonic Youth!
Besos
hola cris, hola perla.
ya sé, soy super afortunada por haberla visto, para mi ha sido de lo mas emocionante de mi vida (estas cosas dichas asi parecen poco serias, pero es verdad…)
en el youtube hay algunos buenos videos, a los que se puede llegar desde el video embebido del post… a ver si hago una seleccion y los posteo.
un abrazo muy fuerte