La Nuit Blanche Paris 2013 ha publicado unos fragmentos de una entrevista al poeta francés Édouard Glissant por el crítico y comisario de arte Hans Ulrich Obrist. Obrist lleva años recogiendo conversaciones con figuras relevantes del mundo del arte bajo el título The Conversations Series. Con excepción de estos fragmentos, la entrevista a Glissant es inédita.
Édouard Glissant nació en Martinica en 1928 y murió hace dos años en Paris. La isla de Martinica, en el Caribe, es uno de los denominados Departamentos de Ultramar de la república francesa. Se trata de un tipo muy particular de ex-colonias que después de la segunda guerra adquirieron formalmente el mismo estatus que las demás regiones metropolitanas (en teoría son Francia, en la práctica son otra cosa). He seleccionado y traducido las partes en las que Glissant habla del Museo Martiniqués de las Artes de las Américas, al que consagró sus últimos años de vida y cuya puesta en marcha ha sido finalmente desestimada.
Esta publicación coincide con la apertura de la exposición “Modernidades plurales. De 1905 a 1970” en el Centro Pompidou. No se trata de una exposición cualquiera. Es la re-organización de la colección permanente del museo de un modo que, en palabras de su director, ofrezca “lecturas del arte que no se reduzcan a la historia canónica de la modernidad occidental”.
Utopia de la ciudad y el museo. El espacio y el tiempo (fragmentos)
Édouard Glissant, Hans Ulrich Obrist
(…) Creo que los museos mejorarían si consiguieran ser menos solemnes interiormente, con menos espacios interiores, imponentes y monumentales, y más caminos entrecruzados, más recorridos.
(…) Habrían de ser las obras las que creen los museos y no al revés. En mi visita al museo de Bilbao, por ejemplo, me sentí perdido: las salas son extraordinarias, son ellas mismas obras de arte, pero en su interior los cuadros quedan como moscas flotando en leche. No se ven, solo se aprecia la estructura, que es magnífica.
(…) Para mí, un museo es un espacio en el que unos lugares del mundo son puestos en contacto con otros lugares del mundo. El Museo Martiniqués de las Artes de las Américas está concebido de esa manera. Queremos conseguir, dentro del museo, una naturaleza tropical, es decir, entremezclada pero en la que, a pesar de todo, cada obra encuentre su espacio de vida.
(…) Hemos partido de la idea de las artes de América latina. Para ser sincero, he de decir que siempre he querido realizar una enciclopedia histórica y comparada de las artes de las Américas. Esa es la idea fundamental del museo, que las colecciones sean transformadas por ese proyecto, por algo que no existe aún. No existe, no ya una síntesis, sino simplemente un trabajo de coordinacion sobre lo ocurrido en las Américas en materia de arte. Por ejemplo ¿qué arte había en 1850 en ciudades como Nueva Orleans, Saint-Pierre de la Martinique o Montevideo? No queremos fabricar una máquina bien aceitada con la que explicarlo todo, sino abrir perspectivas. Tanto la perspectiva del Gran Cañón como la de la un pequeño arrozal, la perspectiva de los grandes cauces como la de una pequeña fuente.
(…) Nuestro tiempo, no es que lo hayamos perdido, es que nunca lo hemos tenido. Si tomamos todas las Américas, y no solo Estados Unidos y Canadá, si tomamos en particular ugares con una importante población de origen africano como Brasil o el Caribe, o las poblaciones amerindias de los Estados Unidos, vemos que el efecto de la colonización a sido borrar de la memoria de estos pueblos el recuerdo de sus respectivos tiempos históricos. Y para luchar contra ello, hemos debido “saltar de roca, en un tiempo incierto”. Por eso no tenemos una visión linear del tiempo, de un tiempo que transcurre. Por eso nunca hubiéramos podido escribir algo como “En busca del tiempo perdido” de Proust, esa enorme arquitectura, bien construida, bien piramidal.
(…) En consecuencia, debemos reconstruirlo de manera caótica, saltando de aquí para allá. Cuando se nos dice “600 A.C o 1000 D.C.”, eso no significa nada desde la perspectiva del espacio-tiempo americanos. De ahí esa concepción caótica de reconquista de un tiempo posible. Si queremos hacer esa enciclopedia histórica y comparada de las artes de las Américas, es justamente porque el tiempo no es el mismo en una pequeña isla del Caribe que en Tierra de Fuego, el norte de Canadá o el este de Santiago de Chile. No queremos realizar equivalencias, pero sí puestas en relación de todas esas temporalidades diferentes para tratar de comprender lo que palpita y bulle en el universo americano.
(…) Imagino el museo como un archipiélago. Un espacio difuminado. ¿Por qué? Porque en las culturas europeas, el museo recapitula lo que ha existido como manifestación evidente de las artes, la vida, etc. El museo recapitula. Pero para nosotros, en las Américas, el museo no recapitula; el museo busca, que no es lo mismo. Aún no sabemos qué vamos a encontrar. No es la recapitulación de algo que ha existido de manera evidente. Es la búsqueda de algo que no conocemos aún.