Publicado en Mugalari en julio 2008.
La artista Annie Sprinkle visita Arteleku en el seminario FeminismoPornoPunk. Su obra, original e inclasificable, es una celebración de la dignidad del deseo y un referente de la pornografía artística y experimental.
Anatomy of a Pin Up (1980) En el feminismo hay muchas familias de pensamiento que a veces mantienen posturas enfrentadas sobre algunos temas. La pornografía es uno de ellos. Desde los feminismos más institucionalizados el porno es considerado como la manifestación paradigmática de la posición de la mujer en el mundo: una industria que la explota, la reduce a simple objeto de consumo rápido y limita la sexualidad femenina a su más mínima expresión (lo mismo ocurre con la masculina pero esto de momento no parece plantear problemas a nadie). Desde otras posiciones comprendidas en el gran concepto-marco de posfeminismo, el porno ha ido sin embargo conquistando un pequeño territorio ideológico, no muy grande pero cada vez más arraigado.
El post-porno, o porno experimental o alternativo se impone poco a poco como un espacio para la subversión de las categorías de género y la redefinición de las sexualidades como algo plural, infinitamente rico. Un espacio de lenguaje y de poder con el que construir discursos altamente radicales sobre todos los y las que quedan fuera del porno tal y como lo conocemos.
Que nadie se engañe. Annie Sprinkle (Filadelfia, 1954) ha acabado escribiendo libros, dando conferencias en universidades y espacios culturales e incluso forma parte del universo del arte, al menos de sus galaxias más fronterizas y bastardas. Pero ha sido siempre una trabajadora del porno que empezó su carrera en los años setenta participando en películas de todos los géneros, incluyendo los más extremos.
En 1982 Sprinkle se dirige a sí misma en “Deep Inside Annie Sprinkle”, una obra experimental que introduce al espectador en un viaje de deconstrucción del fetiche y arroja una mirada nueva -revolucionaria- sobre el concepto de estrella del porno. En ella una Sprinkle de 26 años mantiene relaciones sexuales con diferentes hombres en un cine X en el que se proyecta uno de sus films, mientras otra Sprinkle de 40 años habla directamente a la cámara sobre su vida sexual y personal.
Este cambio de punto de vista -de objeto a sujeto- va a ser un elemento constante de su trabajo, así como la desarticulación sistemática de todo lo que el porno tiene de construcción icónica del cuerpo de la mujer.
En su trabajo también ocupan un lugar importante sus enormes pechos. Se sirve de ellos para realizar pinturas y performances como “Bosom Ballet” en la que, ataviada con unos largos guantes negros, los hace bailar al ritmo del “Minueto” de Dmitri Shostakovich. Luego está lo que ella denomina su época kinki: performances y grabaciones que representan escenas de piercings, con tampones, con compañeros de cama mutilados y transexuales. En todas ellas llaman la atención la alegría y la frescura que aporta a estas otras formas de sexualidad, generalmente representadas desde el prisma de lo “desviado”. Su posición es precisamente la contraria.
Con sentido del humor y muchísima honradez Sprinkle convierte todo lo que toca en una celebración de la dignidad del deseo.
“y con este amor de nuestros yos sexuales nos divertimos, cicatrizamos el mundo y perduramos”.
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basura feminista, esta tia no ha vendido un video suyo jamas, lo unico que ha hecho siempre es promocionarse ella misma, es una egolatra