Publicado en Mugalari / julio 2008
Bajo el neologismo de Live Cinema se agrupan un conjunto de prácticas diversas que que expanden los límites del concepto cinematográfico. El Live Cinema camina de la mano de los avances en computación, el uso meta-narrativo del software o la introducción en el campo audiovisual de elementos más propios de la performance como la presencia o la condición efímera.
“El Live Cinema no es cine. No hay una narración linear, actores o diálogos. En el cine los planos en los que no ocurre nada, por mucha fuerza visual que tengan, sólo sirven como transiciones. Este tipo de tomas son el material básico del Live Cinema: las transiciones, los movimientos, la pureza visual de la belleza y la intriga, la atmósfera. Pero por ahora, sólo existe como lenguaje oral, sin gramática escrita”, dice Solu, cuyo trabajo, además de la creación audiovisual en vivo, ha sido precisamente el de dotarla de esa gramática de la que hasta ahora carecía.
Primero, empezando por el término Live Cinema, surgido para desmarcarse de la cultura de club. El Live Cinema es un arte en vivo que requiere de performer y público pero a diferencia de su hermano el VJing no está encerrado en el espacio de la discoteca ni sometido a la “dictadura del bit”. Aquí no se trata de hacer bailar o de acompañar al DJ sino que creadores sonoros y visuales trabajan en un plano de igualdad sin más objetivo que el de explorar todas las posibilidades expresivas de su colaboración. Segundo, escribiendo una genealogía del Live Cinema que recupere su historia, larga y en gran parte desconodida, desde las linternas mágicas del siglo XVII hasta el órgano de color Lumigraph inventado por Oscar Fischinger en los cincuenta. La creación audiovisual en vivo no es una idea nueva, es verdad. Pero el uso que se está haciendo de ella gracias a los nuevos medios técnicos justifica que poco a poco empiece a ser considerada como una práctica especifica, que incluso tiene sus géneros.
Así, un recorrido siquiera superficial por la categoría del Live Cinema nos lleva a creaciones muy variadas. Existen piezas de música visual orientadas a la visualización del sonido; performances de video scratching, vecinas del Vjing pero sin las constricciones de la pista de baile; obras basadas en software art en las que no existe material visual previo sino sólo puro y simple código; actuaciones de camera live sin ningún tipo de edición, como las de Hotel Modern en las que una minúscula cámara recorre una escenografía creada especialmente para el evento; otras que beben directamente de los contenidos visuales de Internet, como WJ-s, presentado en Bilbaoarte en 2007; e incluso algunas que experimentan con la arquitectura utilizando los espacios urbanos como pantallas.
La presentación de Solu finalizó con la muestra de algunas de sus performances recientes como Kaamostrilogy, un cuento contemporáneo brutalmente bello sobre los ritos que señalan el final de las jornadas solares y el principio del invierno en los países del círculo polar ártico. Kaamostrilogy es también un viaje iniciático entre la luz y la oscuridad en el que el procesamiento de la señal de vídeo funciona como un elemento orgánico, meta-narrativo, que se incorpora a la performance. Por ejemplo: cuando la arena del fondo de una fuente mágica se funde con los bosques finlandeses y surge la imagen del fuego, algo que la propia Solu considera como una forma de “ciberchamanismo” o“alquimia digital” entre las imágenes y el software que las procesa.
“Es evidente que las performances de Live Cinema están todavía lejos de su pleno potencial. Espero que el estudio del Live Cinema a través de la historia de las tradiciones audiovisuales nos ayude a entender de dónde viene esta creatividad y hacia dónde puede llevarnos”.