Investigación en cultura: un Objeto Cultural No Identificado

El pasado mes de diciembre estuve en Barcelona en una jornada organizada por la plataforma Zzzinc con el propósito de analizar, así en plan colectivo, qué entendemos por “investigación en cultura”. Tomé algunas notas que reproduzco a continuación, para uso propio y de la comunidad, y con una advertencia. Lo que escribo ahora es el resultado de un ejercicio de traducción por partida doble: traducción de lo que se dijo ese día alrededor de aquella mesa y traducción de lo que entiendo hoy a partir de las notas que tomé entonces. Y todo ello trufado como es lógico por mis propias opiniones (porque no vamos a pretender a estas alturas que existe algo parecido a la objetividad).

El punto de partida es la existencia de un cierto tipo de iniciativas heterogéneas, que podríamos identificar como un “fenómeno emergente” y cuyo denominador común vendría dado por la centralidad que otorgan a la dimensión investigativa. No son (sólo) festivales, no son (sólo) exposiciones, no son (sólo) proyectos de arte, son algo distinto. Para aclarar de qué estamos hablando nos apoyamos en algunos ejemplos cercanos: el festival Zemos98, el trabajo del colectivo Platoniq o el medialab de Hangar, los proyectos Bestiario, Masa Crítica o Straddle, la reciente exposición sobre el barroco y el mito de lo hispano comisariada por Jorge Luis Marzo y Tere Badía para el CCCB o mi proyecto Soft Power. De estos casos podemos deducir que se trata una práctica variada y ecléctica: a veces más descriptiva o aplicada, otras más conceptual o de análisis de discurso, que a veces toma la forma de un evento, otras de un software, de un dispositivo de comunicación o de un proyecto participativo, y cuyas temáticas, además, no siempre corresponden con lo que se identifica habitualmente como ámbito de las artes o la cultura.

La observación empírica (e informal e intuitiva) nos dice también que la investigación en cultura no es una práctica reconocida, ni conceptualizada, ni analizada sistemáticamente. Este tipo de prácticas son un poco OVNIs, o más bien, OCNIs: Objetos Culturales No Identificados, ni desde la teoría cultural strictu sensu, ni desde las políticas públicas o los programas institucionales, ni desde el lenguaje corriente. Entonces la investigación en cultura… ¿es un cajón de sastre en el que ubicar todas las prácticas de carácter híbrido o que carecen de una naturaleza específica? ¿Es (sólo) el resultado del cambio de paradigma en el arte que desplaza el foco de atención desde el objeto hacia el proceso? ¿Es una manera de señalar todo aquello que no es simplemente “producción”? ¿Es un ámbito más de la investigación (académica) sólo que atravesada por el eje de “la cultura”? ¿Es un espacio específico de producción de conocimiento? ¿Es un territorio de “descerebrados sin normas de funcionamiento”? ¿Es un lugar desde el que pensar y actuar sobre lo cultural contemporáneo? Y si es así, ¿qué métodos de trabajo, qué protocolos de funcionamiento y qué idea de cultura hay detrás?

Pasamos bastante tiempo discutiendo las razones por las que la investigación en cultura no encaja en los parámetros de la investigación académica. Razones que pueden tener que ver con las diferencias en cuanto a las formas de financiación, en cuanto a la metodología o los procesos de evaluación de resultados, en cuanto a los circuitos por los que transitan una y otra, o en cuanto a la dimensión colectiva que implica la investigación en cultura y que no se suele dar en la académica. Pero en este punto hay opiniones encontradas. Algunos consideran que cualquiera de los proyectos citados podría haberse realizado desde la universidad. Yo personalmente considero que ni de coña (y lo reconozco: soy una quemada de la academia porque, pese a mi vocación de ratichuela de biblioteca, no hay manera de que encuentre acomodo en esos espacios de conocimiento podridos de jerarquía y disciplina del antiguo régimen, y eso que tengo diplomitas para parar un tren de mercancias, cierro paréntesis). Otros, más diplomáticos, sugieren desplazar la pregunta: si proyectos así podrían perfectamente haber surgido en el mundo académico ¿por qué de hecho no ocurre? Hay quien sugiere que una diferencia añadida es que, mientras que la investigación académica mira hacia el pasado (por su dependencia de una cierta metodología de análisis de lo existente y de legitimación en base a fuentes previamente legitimadas), la investigación en cultura trabajaría “desde el presente y con la vista puesto en el futuro” (con un alto grado de especulación, por tanto) y sin metodologías pre-impuestas (de un modo abiertamente bastardo y freestyler).

La investigación en cultura tampoco es estrictamente “producción cultural” tal y como la entienden las instituciones. Mientras que la producción cultural está más orientada a la lógica del evento (espectacularizable, consumible, cuantificable en términos de público), la investigación en cultura requeriría un trabajo de naturaleza más pausada, experimental e informal. En la práctica, las dinámicas de la producción funcionan más bien como un contenedor y como un límite a la investigación en cultura. Recojo una frase que, en mi opinión, refleja bien la problemática: “Acuñamos una hipótesis y organizamos el festival para dar cabida a proyectos que la ilustran y la explican”. En estos casos, la investigación es, en sí misma, una forma de producción cultural que, sin embargo, debe ser formulada con una cierta discreción porque no es el fin para el que -hablando claro- te han dado el dinero. Al no existir ayudas destinadas específicamente a la investigación en cultura, si quieres sacar adelante un proyecto de este tipo, debes plegarte a las exigencias de la producción, es decir: que tus delirios de explorador de lo contemporáneo tomen la forma de algo reconocible, que en la mayoría de los casos será un evento, con sus tiempos de consumo rápido, sus criterios de visibilidad y sus requisitos de novedad y singularidad.

Tampoco es, por último, reconducible a los proyectos de investigación cultural entendida como investigación en gestión cultural: análisis de políticas públicas, optimización de equipamientos, estudio de sistemas de financiación o innovación aplicada al sector de la cultura en todas sus facetas y campos de actuación.

Pero ¿por qué razón investigamos? O más concretamente: ¿hay, en la investigación en cultura, algo parecido a una intención que podríamos llamar “política”? Todo lo anterior, y la motivación profunda de esta jornada, se encuentra a mi entender atravesada por esta pregunta, que merece la pena formular aunque nos lleven a lugares de los que muchas veces no sepamos regresar. Y en este punto los organizadores de la jornada nos proponen una diapositiva en la que se lee lo siguiente: “¿No debería la investigación en cultura ser un proceso de producción de conocimiento que funcione de manera abierta y genere recursos accessibles y de dominio público?”. De existir una singularidad en la investigación en cultura, esta se situaría por lo tanto en el terreno de lo que identificamos como procomún, entendiendo por tal la producción de formas de saber, recursos, materiales o contenidos que, de una manera u otra, reviertan en el dominio público. La producción en definitiva de una determinada idea de sociedad gobernada por el paradigma de “lo que es de todos porque no es de nadie”. Y esto no es otra cosa que un modelo político. Me gusta la idea y con el corazón me alineo con ella sin dudarlo, si bien es cierto que con la cabeza (suponiendo que exista una diferencia entre uno y otra) reconozco la pertiencia de la pregunta que surge a continuación: si la investigación en cultura es producción de procomún, ¿por qué no hablamos simplemente de producción de conocimiento y listo?

Hay muchas más cosas que añadir, muchas líneas de fuga, notas a pie de página, preguntas cruzadas, respuestas paradójicas dependiendo del campo de saber desde el que nos situemos, conclusiones diferentes en función del objetivo con el que abordemos esta cuestión (porque no podemos negar que todo ello tiene un “para qué” que quizás debería ser el núcleo del debate: me refiero a un posicionamiento, un posicionamiento que no tiene por qué ser el resultado de un proceso dialéctico, sino que se legitima sobradamente desde la pura subjetividad). De momento lo dejo aquí. Continuará, sin duda.

* La imagen proviene de una de las reuniones de Anti_Gen, un grupo que hemos montado contra la gentrificación de Neukölln.

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12 Responses to Investigación en cultura: un Objeto Cultural No Identificado

  1. Aaoiue says:

    A mí lo de El d_efecto barroco me parece publicidad. Ni siquiera lo defiendo como una opinión ni como una hipótesis.

  2. russiandolls says:

    pues creo que este post y personas que como yo ahora lo leen es un buen ejemplo práctico de ese procomún y ese “para qué”.

    y me pregunto por qué los que investigan sobre un insecto perdido en África o una forma de hacer más cómodo un sofá que ya es cómodo no necesitan buscar tantas justificaciones ni disfrazar su trabajo ante quien lo subvenciona.

    quizá eso evidencia esa intención política de la investigación cultural que mencionas, la cual inquieta a muchos.

    gracias por el post!

  3. Raquel says:

    Hola,

    Estuve en la reunión y creo que María aporta un muy buen resumen de los puntos de vista. Por mi parte no me gusta embrollarme en discusiones sobre lo político, porque si todo lo es, es pleonástico (es como decir persona humana), pero concuerdo en que hay mucha tela que cortar…

  4. Buen resumen María!, ahora nos toca a nosotros…que somos más lenticos (para variar ;). Respecto a lo que comentas (Raquel) no estoy de acuerdo en que todo sea político, pero de hecho el tema que se intentaba proponer (con más o menos suerte) en la sesión creo que era otro. Se podría resumir en: hay investigaciones que se hacen porque se quiere resaltar un conflicto. Se hacen desde un posicionamiento respecto a ese conflicto. En tanto que te posicionas en ese conflicto, tomas una posición política. A eso me refería exactamente. Evidentmente, algunos dirían de estas estrategias que son deterministas o que actúan bajo un sesgo o cosas de esas, y probablemente, tienen toda la razón. Y ese es uno de los temas que me parecen singulares, divertidos o interesantes de la investigación en cultura. Su rigor no tiene que ver tanto -o eso me parece a mi- con cuestiones de orden epistemológico o metodológico (que importan más a la academia) sino con posicionamientos políticos concretos (entendiendo posicionamiento como situación frente a un conflicto, evidentemente). Bueno..que se mueven muchas preguntas por esta cosa y promete ser divertido! 😉

  5. ¿Y el placer de la aventura, de investigar por investigar porque no sabes qué hay más allá?

  6. Este es buen momento para el arte de tesis e incluso para las tesis como arte, ya que cada vez son menos los que ponen sus disciplinas al servicio de las prácticas artísticas contemporáneas (incluidos los historiadores del arte).

  7. ptqk says:

    Dándole vueltas: pero entonces las investigaciones que no quieren “resaltar un conflicto” pero son igualmente investigación en cultura y construyen procomún? Quiero decir que la dimensión política en mi opinión tiene más que ver, por un lado, con ese output hacia el dominio público, y por otro con “la forma” en que se trabaja (que incluye las metodologias pero no solo). Y aparte, como buena feminista yo tambien pienso que todo es político… Total, que no sé lo que pienso 😉

  8. ¿y las investigaciones que se depositan en el procomún (esto quiere decir, que se puede acceder a ellas, que se pueden reutilizar citando las fuentes y que pueden ser explotadas por terceros) acaso no resaltan un conflicto?. Desde mi punto de vista, uno de los más flagrantes. Respecto a ‘todo es político’ hay que entenderlo en su contexto, sino se sitúa pueda sonar a vaguedad posmoderna..vamos, that’s my impression! 😉

  9. Ricardo_AMASTE says:

    Muy interesante la verdad. Todas preguntas que está bien hacerse, desde la del cajón de sastre a la de qué tipo de cultura hay detrás. Voy al grano, con lo que me ha parecido el centro del debate.

    Todo es político y hay que adoptar una “postura” determinada, que no determinista (la investigación debería ir más allá del corroborar nuestras tesis iniciales). Creo que esta “postura” tiene más que ver con el PARA QUÉ o POR QUÉ acometemos la investigación, que con el QUÉ propiamente dicho (no se si me explico).

    Sobre el CÓMO, es cierto que ya en si mismo es toda una declaración de intenciones, ya sea en o desde la cultura o desde otros ámbitos. Porque quiero creer que en otros ámbitos de conocimiento también hay investigador*s no-académic*s, que se salen por la tangente, desde prácticas híbridas y mutantes –no les conocemos… ¿quizá porque como suele pasarnos, pecamos de autoreferenciales?-.

    Y desde luego, un proceso de investigación entendido como servicio público, SI debería ser en cualquier caso, un proceso de producción de conocimiento que funcione de manera abierta y genere recursos accesibles y de dominio público (procomún).

    Para terminar, otra pregunta ¿Puede configurar el corpus de la investigación, la propia búsqueda de esas metodologías y procesos informales de investigación y producción de conocimiento abierto y de dominio público?… Probablemente estamos muy necesitad*s de ese tipo de investigaciones sobre el CÓMO.

  10. Raquel says:

    Hola a todos,

    Hay tantos canales de comunicación abiertos ahora mismo, que no entro en este blog y en unos días y me encuentro muchos comentarios… :> Siempre bromeo con que algún día nos estallará la cabeza como en Videodrome, pero bueno, somos jóvenes, ¿no?

    Al leer los comentarios tengo la impresión de que distintas personas tenemos objetivos parecidos (que no iguales) mediante vías distintas.

    Un par de cosas que no creo que entren necesariamente en contradicción con lo propuesto:

    – La distinción (más o menos artificial) entre estética y política. Lo más útil de todos mis cursos de doctorado fue la visita de un profesor de cine de la universidad de Texas que nos dijo “tenéis que elegir entre un enfoque y un enfoque político”. Cuando lo dijo, me pareció “entender” a qué se refería y por qué lo decía.

    Cualquier texto de Roland Barthes, por ejemplo, puede utilizarse para cualquiera de las dos perspectivas, o incluso aunar ambas, pero necesariamente, en el caso de una tesis doctoral, tienes que elegir… es decir, tienes que mostrar enfoques teóricos determinados que se decanten más hacia lo formal o hacia lo ideológico, aun sabiendo, que en la “realidad” no puedes tener una cosa sin la otra.

    Eso no significa que tu investigación peque de no comprender las formas, o de no interpretar el fondo (por ejemplo, cualquier investigación que haya yo sobre cine, por ejemplo lo que trabajo de pantalla partida, tiene la reverberación del aparato ideológico que el cine es y será).

    Pero el tiempo de un ser humano es finito, la investigación académica, que puede ser un placer si eliges un tema que te guste, tiene mucho de trámite, y tampoco pasa nada… puedes volcarte mucho en algo sin poner toda tu alma en ello, más que nada, porque habrá tiempo para ahondar en otras perspectivas (la vida es larga si dejamos un poco de beber y de fumar, ¿no?).

    – La percepción de que lo opuesto a lo que no está guardado en un sótano polvo, su opuesto absoluto, es el procomún. Más que loable y deseable en muchísimos casos, pero en cualquier proyecto hay muchísimas cosas cuyos efectos no son directamente visibles, y pueden durar con el paso del tiempo.

    Si yo doy clase a 60 personas, y pongamos que el material docente no es mío, pero sí, sí pongo ideas de mi cosecha, en principio se podría decir que la transmisión de conocimiento se circunscribe a esas 60 personas que han pagado unas tasas. Pero eso es muy relativo: ¿acaso esas personas no comparten conocimiento con otras personas? ¿acaso no puedo hacer un blog con lo aprendido, o hacerlo ellos mismos? Y eso ni siquiera es una “investigación” propiamente dicha…

    En fin, buena siesta,

    Raquel

  11. ptqk says:

    No digo nada porque prefiero leeros. Y porque estoy muy confusa en general. No quiero dejar de beber y fumar :-/

  12. Raquel Herrera says:

    Jeje… no he dicho “dejar de”, he dicho “un poco”… lo justo para disfrutar de placeres, pero tener tiempo para varias cosas…

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