Esa gente que cita sus libros de cabecera seguramente no cambia de cama tanto como yo que llevo una media de 1 mudanza cada 2 años. El conocimiento, al contrario de lo que se dice, ocupa mucho lugar. Y además es carísimo de transportar (claro que puedes digitalizar tu biblioteca y pasarla al e-book o incluso aprenderte los libros de memoria como en Farenheit 451 pero, me dirás, no es lo mismo ni de lejos).
Aclaro 2. Sobre la condición nómada en general.
Esa gente que dice que vive a caballo entre tal y cuál ciudad y cómo mola son todos unos mentirosos o es que sólo se mueven entre casas o países distintos pero sin cambiar de vida. El verdadero desplazamiento es mutación, como entrar en una máquina siendo una persona y salir siendo otra distinta. Emocionante pero fatal para la salud. Sin contar la cantidad de energía que movilizas intentando recordar las cosas más tontas cada vez (como tu propio número de móvil o la hora a la que cierra la panadería).
Especimen de Chamaeleonidae Africanus. Filósofo post-estructuralista avant la lettre.
Braidotti advierte que la condición nómade no está necesariamente relacionada con el acto de viajar y no es una identidad dada de una vez y para siempre (como la de varón blanco de mediana edad o la de feminista violenta sin escrúpulos). La condición nómade es un mito, una ficción política para moverse entre categorías. Una condición a partir de la cuál uno puede definirse en un momento determinado para mandarla a la mierda dos minutos después, cuando cambian las circunstancias (quizás cuando llega la noche varón-blanco-de-mediana-edad se pone liguero y juega a ser una furcia azotada mientras que feminista-violenta-sin-escrúpulos se convierte en madre pelmaza y amantísima). La condición nómade de Braidotti está relacionada con “el tipo de conciencia crítica que se resiste a establecerse en los modos socialmente codificados de pensamiento y conducta” y encuentra su sentido de pertenencia en “la subersión de las convenciones establecidas”.
Aunque uno pueda ser nómade sin salir de casa, simplemente por el hecho de cambiar de identidad con fluidez, según Braidotti las personas acostumbradas a deambular por culturas y lenguajes distintos están especialmente inclinadas a ese tipo de “conciencia crítica desestabilizada” (también conocida como apertura mental o estar más loco que una maraca). El políglota, como nómade lingüistico, es en su opinión un “especialista en la naturaleza engañosa de la lengua, de cualquier lengua, capaz de experimentar cierto saludable escepticismo en relación con las identidades permanentes y las lenguas maternas” lo que le permitre situarse en un punto ventajoso para deconstruir su propia identidad. “No hay lenguas maternas, sólo sitios lingüisticos que uno toma como su punto de partida”. El políglota sabe que el idioma no es sólo un instrumento de comunicación sino “un lugar de intercambio simbólico que nos vincula a todos en una red tenue, y aún así viable, de malentendidos mediatizados que llamamos civilización”.
“La escritura nómade desprecia la comunicación dominante. El embotellamiento de significaciones que se agolpan esperando ser admitidas a las puertas de la ciudad crea esa forma de contaminación que se conoce como sentido común. La escritura nómade, en cambio, anhela el desierto, las zonas de silencio que se extienden entra las cacofonías oficiales, en un flirteo con una no-pertenencia y una condición de extranjería radicales (…). El políglota cuenta con el nivel afectivo como lugar de descanso; sabe cómo confiar en los indicios y cómo resistirse a establecerse en una visión soberana de la identidad. Su identidad es un mapa de los lugares en los que él/ella ha estado y que puede reconstruir a posteriori como los pasos de un itinerario. La identidad nómade es un inventario de huellas”.
Curioso que llegue tu post ahora. Ahora que mis amigas, que decidieron probar con el arraigo a la tierra, a ver si algún anclaje identitario les daba paz de espíritu, vuelven a decirme que se van. Que cambian de casa, de tierra y de vida, que escogen, de nuevo, la deconstrucción y la locura.
Los mp3 en lugar de los discos, el HTC a falta de teléfono fijo, el iLiad a cambio del olor a libros y las notas en el block de Ubuntu, por no tener ya armarios donde guardar el exceso de ropa que, una vez más, no te puedes llevar. Y abandonar (o cargar) los objetos por amor a los datos, es al final e irremediablemente un esfuerzo, al menos, doloroso.
Perdona si me excedo, es que otra vez me mudo yo también, de casa, cama, ciudad, trabajo y vida. Y me pasa siempre, que me vuelvo sensible en cada mutación.
Sonia. Me encanta encontrar este tipo de feedback. Es algo en lo que pensar no? Muchas gracias por tu comentario.
Yo no creo en la condición nómade pero me gustan Bradotti y tus reflexiones ;>
Saludos de una extranjera radical sedentaria.
“La política de los cyborgs es la lucha por el lenguaje y contra la comunicación perfecta, contra el código único que traduce a la perfección todos los significados”
Donna Haraway
Muy interesante. Estoy totalmente de acuerdo con el concepto nómada interir.