Lo ordinario intrascendente

Jeanne

01. En “El segundo sexo” Beauvoir dedica al asunto del trabajo doméstico un capítulo entero. En él, compara al ama de casa con el miserable Sísifo, condenado a empujar cuesta arriba una piedra gigantesca que, cada pocos metros, vuelve a rodar hacia abajo. Lo mismo ocurre en el hogar: todo lo que se limpia, se ensucia; lo que se plancha, se arruga; todo lo que se cocina, se come. El doméstico, dice Beauvoir, es un trabajo que se consume a sí mismo y “no produce” nada más que su propia necesidad.

Y añade: mientras que el trabajo en la esfera pública (masculinizado) se caracteriza por su trascendencia, es decir, su capacidad para ir más allá de sí mismo, para crear algo fuera de sí, para inscribirse en el mundo y dejar huella, el trabajo de la esfera privada (feminizado) se caracteriza por el contrario por su inmanencia, esto es, su cualidad de existir en circuito cerrado, confinado dentro de sus propios límites, que lo definen y lo agotan. Si la trascendencia es productiva, la inmanencia es re/productiva: su razón de ser es la permanencia, el mantenimiento de sí misma.

02. En 1980, vieron la luz en Francia los dos tomos de “La invención de lo cotidiano”, resultado de casi una década de investigación colectiva dirigida por el erudito, socarrón y coqueto jesuíta Michel de Certeau. “La invención de lo cotidiano”, obra de culto y fuente teórica de lo que después devendrían los tactical media, es un intento por analizar “las prácticas ordinarias” como una forma de arte, conocimiento y resistencia.

Una de las co-investigadoras del equipo Certeau fue la historiadora Luce Giard. Giard, que con posterioridad se convirtió también en la editora final de la obra, se encargó de la sección dedicada a lo que llamó “Hacer-la-comida. Las artes de alimentar”, un conjunto de prácticas y saberes informales transmitidos de generación en generación, por vía de transmisión oral y a través de los gestos del cuerpo, entre aquellas que, en la estructura social dominante, carecen de visibilidad, legitimidad y acceso al conocimiento. “Mujeres sin escritura”, las llama Giard, que encuentran el modo de narrar y dejar su rastro en el mundo, el modo de trascender su sisífica condena a la inmanencia.

03. Jeanne Dielman. 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles es una película extraña e inolvidable realizada por Chantal Akerman en 1975, con Delphine Seyrig como protagonista. Dice al respecto la propia Akerman:

“Jeanne Dielman es una película hiper-realista sobre la ocupación del tiempo en una vida de mujer pegada al hogar, sometida al conformismo impuesto de los gestos cotidianos. He valorizado esos gestos devolviéndoles su duración real, filmando, ya sea en plano secuencia o en plano fijo, con la cámara siempre enfrente del personaje. He querido mostrar el valor preciso de lo cotidiano. Mi cine es fenomenológico: se trata de una secesión de acontecimientos, de pequeñas acciones descritas con precisión. No he querido hacer naturalismo sino alcanzar, a partir de una imagen muy estilizada, la esencia misma de lo real. Es eso lo que produce un significado.”

 

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